domingo, 7 de abril de 2013

Dios no te quita tu carga, las coge.


Dios no quita tu carga, las coge.

           
Acompáñenme a la lectura de 1° Crónicas 4: 1 al 10. En este pasaje encontramos la historia de Jabes, que está narrada en sólo dos versículos, los versos 9 y 10.
           
La escritura nos dice de Jabes lo siguiente:
·         Era un hombre ILUSTRE,
·         Su madre le dio a luz en dolor
·         Oró Jabes al Señor y Dios le concedió su petición

La palabra ILUSTRE, en el original significa “peso”. No debemos olvidar que Jabes fue un Príncipe de la casa de Israel, por lo tanto, el peso al que se refiere la palabra Ilustre es al de su Testimonio de vida, es decir, como condujo su vida delante de Dios.

Jabes llegó a tener “Peso” o ser “Ilustre” como lo describe la Palabra y para que la Biblia nos describa a Jabes como un hombre de Peso, significa que él logró vencer las circunstancias y adversidades por las cuales Dios le hizo pasar ¿cómo lo hizo?, pues bien el verso 10 nos da la respuesta, en ella leemos  la oración que elevó al Señor, en la cual claramente nos muestra que Jabes no confiaba en él (en sus habilidades o destrezas) sino que él confiaba en Dios para poder triunfar y librarse del mal.

Las personas (y en ellas incluyo a los creyentes), siempre consideramos “Peso” como algo negativo como una carga que debemos llevar, tales como: un matrimonio mal constituido, los problemas  de ser padre, una enfermedad, etc. Pero dentro de todos esos pesos, que pueden ser muy legítimos, hay pesos que tenemos que los creyentes debemos dejar, porque pertenecieron a nuestra vida pasada, aquella vida que Dios borró por medio del sacrificio de Cristo, y esos pesos son:
·         El peso del Pecado,
·         El peso de la Culpa,
·         El peso del Pasado, del ayer
·         El peso de una vida infructuosa en la Carne, etc.

Porque sólo cuando dejamos esos pesos del viejo hombre, de la vieja naturaleza, es cuando entonces podemos movernos hacia adelante y alcanzar todo lo que Dios tiene para nosotros.

Es importantísimo que entendamos y comprendamos que desde el momento de nuestra conversión, el peso del viejo hombre ha quedado sepultado y desde que nos transformamos en Hijos de Dios, debemos estar conscientes de que cargamos con un nuevo peso y es el “Peso de su Gloria”, y es por este peso que todos los  creyentes debemos trabajar arduamente mientras estemos en este mundo.

La biblia nos dice en el libro de Hebreos, capítulo 12:1 lo siguiente:

“…despojémonos de todo peso y pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.”

El problema que tenemos muchos cristianos hoy en día, es que llevamos peso innecesario. Pensamos en estos pesos como las cargas que Dios permite que llevemos, los cuales nos quitan el derecho a tener el éxito espiritual en nuestras vidas y por ende nos quita bendiciones.  Es por esta causa que muchos cristianos le reclaman a Dios, diciéndoles ¡cuándo será el día, ese gran día cuando puedan salir de los problemas! Y no entienden que no es el peso de los problemas lo que le da al creyente derecho a la victoria, sino que es tu FE y mi FE en medio de los problemas lo que nos trae el Peso de Gloria a nuestra vida. Ese es el verdadero peso que Dios quiere que tú y yo tengamos.

Por lo tanto, debemos ejercitarnos en eliminar todo peso innecesario. Quizás hoy llevas cargas con condenación innecesaria, culpas innecesarias, presiones innecesarias, cargas con personas que no deberías estar cargando. Recuerda que todo peso innecesario es cargar con todo lo que Dios ya te perdonó, aunque debo aclarar que esto no significa que Dios te quite las consecuencias por tu pecado. Es importantísimo  que comprendes esto (Dios no quita la consecuencia de tu pecado), así que cuando te veas confrontado a lidiar con esta consecuencias y mantienes tu FE en medio de ellas, entonces Dios te dará el derecho a la Victoria, trayendo como recompensa “el Peso de su Gloria”.

En 2° Corintios 4:6 dice:

“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”

En 2 Corintios 4:16 al 18, Pablo también dice:

“…que mientras el hombre exterior se va desgastando, el interior se va renovando. Dice que la tribulación es leve y momentánea, y produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria
No mirando lo que se ve, sino lo que no se ve, porque lo que se ve es temporal, más lo que no se ve es eterno”

Lo grande de nuestro conducir en este mundo, es que le decimos a Dios que nos quite las cargas, nuestro peso, cuando en ningún momento Dios quita las cargas, sino que las recibe.

Dios dice en el Salmo 55:22
“Echad vuestras cargas sobre mí y Él  te sustentará”

Cuando el salmista dice: Echad vuestras cargas sobre mí, dice claramente que Él no la quita, pero sí Él las coge. ¿Queda claro? Si no le das tus cargas, tú deberás  cargarlas solo. No pienses que Dios te las va a quitar. No. Dios las cogerás, cuando tú decidas entregárselas primero.





                                                                 S. de León

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