miércoles, 12 de junio de 2013

En el lugar del otro


Hebreos 4:15

Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.

Nuestro Señor Jesús vino al mundo y caminó entre nosotros como un hombre, pero
¿Por qué lo hizo?
Todo lo hizo por amor. Él decidió ponerse en nuestro lugar para experimentar en carne propia qué sentíamos nosotros, sus criaturas; su amor no se limitó a ello, sino que dió su vida por nosotros, para que nosotros no fuéramos a la condenación eterna por causa del pecado.

Ahora pensemos un poco. Dios a través de Pablo nos dice:

1 Corintios 11:1

Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.

Entonces si debemos imitar a Cristo, debemos nosotros también ponernos en el lugar de los otros. Es por eso que Dios nos dice:

Levítico 19:18

No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.

Pero nuestro amado Salvador va más allá en su enseñanza:

S. Mateo 5:43-44

Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

Si somos verdaderos hijos de Dios o sea seguidores de Cristo y por tanto imitadores de Él ¿Por qué no nos ponemos en el lugar de otros? Obviamente que debemos partir por los de nuestra casa.

¿Te pones tú en el lugar de hermano o hermana, o de tus padres, o de esposo o esposa o de tus hijos o tus nietos?
Si el Señor dió todo con tal de ponerse en nuestro lugar, por tratar de entendernos en nuestros padecimientos físicos como el hambre o la sed ¿Por qué no te pones tú en el lugar de otros?

Hay familias donde los esposos e hijos no ayudan en nada a la esposa y madre a hacer nada en casa aunque ella se encuentre enferma. Hay padres que se olvidan lo que es ser joven e inexperto con sus hijos y pretenden que se comporten como adultos maduros y les exijen como tal; hay hijos que no se ponen en el lugar de sus padres cuando estos hacen tremendos esfuerzos para darles las cosas que necesitan.
El Señor no nos enseñó esto hermanos: el Señor no nos enseño a ser egoístas, nos enseñó a amar y Él fue el primero en dar el ejemplo. Él pensó en los demás más que en sí mismo:

S. Marcos 4:35-38

Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, LE TOMARON COMO ESTABA, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?

Trabajó tanto que le tomaron para subirlo al barco y era tanto su cansancio que se quedó dormido en medio de la aquella tempestad que parecía que naufragarían.

Si somos egoístas jamás nos pondremos en el lugar de los demás porque en nosotros no hay amor. Su palabra nos dice:

S. Lucas 9:23

Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.

El hijo de Dios no debe ser egoísta ni egocéntrico, pues el mandato de nuestro Señor es que cada día nos neguemos a nosotros mismos. Así que hermanos, pensemos en los demás antes que en nosotros mismos para servirles. Su palabra nos dice:

S. Mateo 18:4

Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.

Si somos tercos y procuramos seguir nuestro camino sin negarnos, el mismo Señor Jesús nos exhorta:

S. Mateo 10:38

y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.

¿Hermanos queremos ser indignos para Dios? Obedezcamos, pues, sus mandatos día a día para ser aceptos a los ojos de quién nos llamó un día y nos dió vida juntamente con Cristo Jesús.

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