jueves, 8 de agosto de 2013

De Moab a Belén

Salmos 32:8

Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos.

Noemí lo perdió todo en Moab, se fue llena y volvió vacía; es como la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32). Noemí oyó, estando en Moab, que Dios había visitado a su pueblo y nuevamente había pan.

Rut 1:6-7

Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan. Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá.

Era la tradición oriental de esos tiempos que las nueras acompañaran a su suegra por el camino a modo de hijas.

Cuando se vuelve desde el mundo se han dado los primeros pasos para la recuperación, para la restauración. Es por eso que ella decidió salir del lugar donde estaba y comenzó a caminar para volverse a Belén.

Rut 1:8-9

Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo. Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron.

Cuando Noemí consideró que aquel deber de respeto de acompañarla por el camino quedó ya pagado se paró para despedir a sus nueras, como leemos en los versos anteriores. Si leemos un poco entre líneas veremos el dolor de Noemí al decirles que se volvieran, pues ella sabía que si iban con ella no tendrían casa, ni trabajo, desamparadas de todo y todos, y siempre forasteras en un pueblo extraño para ellas. Porque ningún Israelita que fuera temeroso de Dios se casaría con una Moabita, siendo sus pueblos enemigos bélicos y enemigos de Dios. Estas palabras fueron la forma de decir que se estaba privando de el último consuelo que le quedaba y que se enfrentaría sola al oscuro futuro que la esperaba en un gesto de autonegación tremendo por parte de Noemí.

Rut 1:15-16

Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella. Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.

Rut entendía a la perfección lo que su suegra le dijo antes; que no tenía más hijos en el vientre y que junto a ella no tendría nada, sólo abandono y pobreza, pero vemos a la valiente Rut, que ya había tomado una decisión hacía tiempo en su corazón. Ella decidió abandonar todo lo de este mundo, dejó padre, madre, familia y casa incluyendo a la religión ancestral que le inculcaron sus padres mientras vivía en Moab, pero lo consideró todo como basura por amor al "nuevo" Dios que conoció a través de su marido Mahlón mientras vivían en Moab, es decir a Jehová; al igual que lo hizo Pablo:

Filipenses 3:7-10

Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte.

Hermanos, aprendamos de estas dos valientes mujeres, una que se negó por su prójimo y la otra que escatimó todo cuanto tenía por pérdida para seguir a Dios y servirle fielmente cuidando de su suegra; pues es así como Dios bendice a los suyos cuando dejamos todo, negándonos a nosotros mismos con tal de seguir en pos de Él.

Salmos 34:18

Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu.

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