jueves, 22 de agosto de 2013

Velad

S. Lucas 12:37

Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles.

En la parábola de las 10 vírgenes, ninguna veló esperando al esposo, pero sí unas estaban preparadas para la tardanza.

S. Mateo 25:8-9, 13

Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.

El Señor Jesús, en el relato de esta parábola, aprovechó de darnos un mandato: "Velad". Acá es en relación a su venida, pero también nos dijo:

S. Mateo 26:41

Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

La acción de velar es estar de guardia o atento a lo que pudiera acontecer de noche ¿Por qué velar de noche? Porque no hay luz y no sabemos que se oculta en las tinieblas. En el día es fácil ver, no hay cosas ocultas:

S.Juan 9:4

Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.

Estas dos órdenes de velar se relacionan entre sí, ya que, si velamos en oración para no caer en tentación estaremos velando a la espera de nuestro Señor. Pero ¿De qué forma velas tú hermano(a)? ¿Realmente estás atento a lo que se mueve en las tinieblas? Su palabra nos dice:

1 Pedro 5:8

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;

Satanás está esperando el momento en que nos venza el sueño para caernos encima. El mandato de Dios es andar como de día:

Romanos 13:12-14

La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.

Velemos, pues, para no caer en tentación, para no caer en las fauces de nuestro adversario y para que nuestro Señor nos hallé velando así cuando Él regrese y seamos recompensados por obedecerle.

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