Génesis 12:10
Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra.
Cuando no esperamos a la voluntad de Dios, y tomamos nuestras propias decisiones, podemos literalmente descender a Egipto, y sabemos que nada bueno hay para un creyente en Egipto.
A veces somos impacientes para con Dios cuando nos ha prometido algo y tratamos de apurarle el paso a "nuestro ritmo" con consecuencias importantísimas.
Génesis 16:1-2
Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar. Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai.
Sabemos que esta decisión trajo consigo a los pueblos árabes que aún hoy son enemigos de Israel. Pero¿Por qué Sarai hace esta petición tan "extraña" a Abram? Pues bien, en la pagana Ur de dónde Dios llamó a Abram y su familia; se regían por las leyes de Nuzi y el código de Hammurabi, las que decían que si la esposa no podía concebir, el hijo de una criada podía ser reconocido como el legítimo heredero.
Ahora bien, nosotros no podemos apurar los tiempos de Dios. Su palabra nos dice:
Isaías 55:9
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
Tanto Sarai como Abram tomaron malas decisiones, pero ¿Qué espera Dios hoy de nosotros respecto de voluntad y esperar en Él?
S.Juan 15:7
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
Para saber la voluntad de Dios debemos conocer su palabra primeramente. Acá vemos dos condiciones que nos pone el Señor para pedir y recibir:
1.- Hay que permanecer en Cristo. En otras palabras, hay que ser salvos para poder pedirle algo para recibirlo luego.
2.- "Y mis palabras permanecen en vosotros" implica que tenemos que conocer las promesas que Dios dejó en su palabra, porque o si no, no recibiremos nada, ya que no pediremos conforme a lo que Dios nos dejó como promesas.
Santiago 4:2-3
Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
Entonces, para conocer la voluntad de Dios debemos escudriñar las escrituras, esperar pacientemente en los términos de Dios y orar de forma correcta con base en su palabra, no pidiendo lo que nosotros queremos, sino lo que Dios quiere de nosotros. De este modo no equivocaremos nuestros caminos en la vida cristiana.
Isaías 30:1-3
¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado! Que se apartan para descender a Egipto, y no han preguntado de mi boca; para fortalecerse con la fuerza de Faraón, y poner su esperanza en la sombra de Egipto. Pero la fuerza de Faraón se os cambiará en vergüenza, y el amparo en la sombra de Egipto en confusión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario