Filipenses 3:20
Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
Cuando uno está en otro país, especialmente en uno que hablan otro idioma, te sientes ajeno a todo ello, no los entiendes, no sabes sus costumbres y las que ves te parecen muy raras, incluso su comida es diferente. Y la verdad es que esta sensación o mejor dicho, esta manera de ver al otro país es como debemos sentirnos como cristianos en el mundo.
Hace unos meses escribí sobre el tema de ser extranjero en otro país:
"Cuando eres extranjero en otro país tienes dos opciones, te adaptas e imitas las costumbres y maneras de las personas de ese país o continuas viviendo como si aún estuvieras en tu país de origen. El apóstol Pedro nos dice que debemos actuar como extranjeros y peregrinos, como quien tiene otras costumbres:
1 Pedro 2:11-12
Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras."
La verdad es que si no somos del mundo (Juan 17:14 y 16) y como vemos en el primer versículo, nuestra cuidadanía está en el cielo. Entonces ¿Por qué vivir y actuar como si fuéramos de este mundo si no pertenecemos a este mundo? Cuando Dios llevaba a su pueblo a la tierra prometida les dijo:
Éxodo 23:24, 32-33
No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás, ni harás como ellos hacen; antes los destruirás del todo, y quebrarás totalmente sus estatuas. No harás alianza con ellos, ni con sus dioses. En tu tierra no habitarán, no sea que te hagan pecar contra mí sirviendo a sus dioses, porque te será tropiezo.
Entonces ¿Cómo deberíamos vivir? ¿No deberíamos vivir como estando ya en el Cielo con Dios, haciendo su voluntad, lo que le agrada a Dios, no lo que nos agrada a nosotros o imitando las costumbres de quienes nos rodean?
Santiago 4:4-5
¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?
Así que hermanos vivamos nuestra cuidadanía celestial y no la terrenal diariamente.
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